-¿Cómo has conseguido entrar?
- Tengo mis recursos.
Caí en la cuenta. Él había reemplazado mi puerta hacía dos meses, porque yo estaba bastante ocupada intentando no morir.
- Te quedaste una llave de mi apartamento. Capullo. ¿Cuántas veces has entrado?
- De vez en cuando.
-¿Por qué?
- Para saber que estás bien. Me ahorra el tiempo de sentarme junto al teléfono a esperar una de tus llamadas de auxilio.
-No tienes por qué preocuparte: no va a haber más llamadas. Prefiero morirme a llamarte otra vez.
-Eso es lo que me preocupa -replicó.
(...)
-¿Has venido alguna vez mientras dormía?
-Ocasionalmente.
- Te habría oído.
-Trabajas doce horas al día y vienes hecha polvo. Además, soy muy silencioso.
(...)
-No, no reviso tus cosas. Solo vengo de vez en cuando para asegurarme de que sigues de una pieza. Me gusta saber que estás a salvo, durmiendo en la cama.
Autor: Ilona Andrews