Me había equivocado de estrategia desde el primer movimiento. Había tratado de salir de aquel absurdo a grito pelado, pero una vez internado eso es imposible. Los negreros reciben con los brazos abiertos a los rebeldes, para darles un escarmiento delante de los demás. En toda la literatura carcelaria que conozco, desde Archipiélago Gulag a An Evil Cradling, sin olvidarnos de Sándwich de nudillos, los derechos hay que ganárselos a base de trueques y astucia. La insumisión del prisionero no hace sino dar motivos a los carceleros para agravar la reclusión.

Autor: David Mitchell

Me había equivocado de estrategia desde el primer movimiento. Había tratado de salir de aquel absurdo a grito pelado, pero una vez internado eso es imposible. Los negreros reciben con los brazos abiertos a los rebeldes, para darles un escarmiento delante de los demás. En toda la literatura carcelaria que conozco, desde Archipiélago Gulag a An Evil Cradling, sin olvidarnos de Sándwich de nudillos, los derechos hay que ganárselos a base de trueques y astucia. La insumisión del prisionero no hace sino dar motivos a los carceleros para agravar la reclusión. - David Mitchell




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