El gran proyecto global de nuestro tiempo es la competencia y es por ello que el individuo permanece en gran medida solo en el mundo.
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los Estados capitalistas occidentales siguen un modelo político que consiste en el desplazamiento de todas las batallas por la igualdad de oportunidades al ámbito privado: las mujeres y los hombres jóvenes deben resolver juntos cómo conciliar la vida familiar y la profesional para ambos […] Los jóvenes licenciados tienen que tratar de aceptar que el mercado laboral no los está esperando con los brazos abiertos, precisamente. Los jóvenes de origen turco o árabe deben demostrar a la sociedad su voluntad de participación para que dejen de discriminarlos.
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Si la participación en un partido político es lo último que se les ocurriría hacer a los miembros de mi generación, y el consumo políticamente correcto lo primero, es posible sacar dos conclusiones. En primer lugar, que una parte importante de mi generación no se identifica muy férreamente con el sistema democrático. En segundo lugar, que sí se identifica en cambio, y de una forma bastante estrecha, con el sistema capitalista. Mi generación no sólo consume con gusto, sino que además considera que el consumo es lo más importante que puede hacer.
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Más importante que la buena vida es lo que se pueda decir de ella; es decir, saber expresarla. No hay ninguna generación que esté tan capacitada para realizar una afirmación sobre sí misma que la mía. Todas las redes sociales exigen a sus usuarios que completen un cuestionario acerca de sí mismos cuando crean su perfil
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Sospechamos que de alguma manera nos hacemos daño no sólo prestando atención a la chachara constante, sino también participando activamente en ella. Que, eventualmente, la palabrería nos quita más de lo que nos da. Pero eso no nos impide continuar haciéndolo, como en cualquier relación que no es perfecta, ya que, de forma similar a lo que ocurre en éstas, no todo es malo.
Meredith Haaf(las) personas son cada vez menos capaces de ejercer alguna influencia en un plano superior, a menos que se cuenten entre los así llamados "actores principales" de la economía y no, explícitamente, de la política. Las exigencias que se les plantean cambian constantemente y en general se amplían, mientras que se reduce el tiempo para llevarlas a cabo.
Meredith HaafEn nombre del futuro se ahorra en el presente para pagar el pasado.
Meredith HaafLa mayoría nos formulamos la pregunta "¿Qué gano yo si lo hago?" más habitual de lo que nos interrogamos si "¿Es lo que estoy haciendo moral o correcto en términos políticos?".
[…] en ninguna otra época como en la actual se han dejado de lado con tanta insistencia otras cuestiones, tanto en la vida pública como en la privada. No es que tomar decisiones pensando en el beneficio práctico sea reprobable en sí mismo o deba conducir a un daño moral irreparable; sin embargo, cuanto más subordinamos nuestras ideas y nuestro mundo interior a criterios económicos, más se reducen aquellos y más rápidamente se llega a la conclusión lógica de que ningún tipo de compromiso vale la pena, excepto el que sirve directa o indirectamente a nuestro propio interés; que las ideas sólo poseen cierto valor si pueden transformarse en moneda de cambio; que un proyecto sólo debe ser tenido en cuenta si arroja beneficios de algún tipo.
Nos guiamos por promesas idílicas de bienestar económico individual: un trabajo estable, ropa de calidad, una familia pequeña y agradable, buena comida, vacaciones tres veces al año.
Nuestros intereses y nuestro sentido de la responsabilidad se han trasladado claramente al ámbito de lo privado, en detrimento de la política. Las aspiraciones de mi generacionen tienen más que ver con la seguridad, la tradición, la calidez de los afectos y el conocerse a uno mismo, que con la experimentación, las rupturas, la aventura y la solidaridad: así lo exige la llamada "sociedad de la competencia". […] Ya decimos que sí a hacer carrera y rendir profesionalmente ¿cómo podríamos acceder también a abrazar una posición política o asumir una responsabilidad pública?
El mandato de gustar conduce –y esto es en realidad lo decisivo– a que la crítica negativa casi haya desaparecido. En internet nos comportamos exactamente como frente al televisor: cuando uno se enfada quizá profiere un insulto, pero no lo hace público. A pesar de que los usuarios de facebook exigerion durante meses la introducción de un pulgar de "no me gusta", esta opción no existe todavía: si no te gusta, simplemente clica en algún otro sitio, limítate a pasar de ello.
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