Algo siempre entristece a las mujeres bellas, un aire melancólico las rodea; debe de ser el precio de la hermosura. O el precio de saber que ella no era la dueña de su brillo sino cada uno de los seres que la soñaba, la deseaba, la idolatraba o la reprobaba, porque la belleza despierta sentimientos opuestos, también despierta prejuicios, despierta envidia y rabia, ese es el precio que se paga. Los ojos que la contemplan se creen sus dueños y por eso alguien puede llegar a decir, con veneno en la lengua: nadie es perfecto. Eso es cierto. Nadie es perfecto y ella tampoco lo es, pero hay que ver cuánto se acerca.

Author: Jorge Franco

Algo siempre entristece a las mujeres bellas, un aire melancólico las rodea; debe de ser el precio de la hermosura. O el precio de saber que ella no era la dueña de su brillo sino cada uno de los seres que la soñaba, la deseaba, la idolatraba o la reprobaba, porque la belleza despierta sentimientos opuestos, también despierta prejuicios, despierta envidia y rabia, ese es el precio que se paga. Los ojos que la contemplan se creen sus dueños y por eso alguien puede llegar a decir, con veneno en la lengua: nadie es perfecto. Eso es cierto. Nadie es perfecto y ella tampoco lo es, pero hay que ver cuánto se acerca. - Jorge Franco


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