Entreveo mejor el principio de las victorias. El que se asegura un puesto de sacristán o de sillero en una catedral construida, está vencido. Pero quien lleva en el corazón una catedral que hay que construir, ese es un vencedor. La victoria es el fruto del amor. El amor sólo reconoce el rostro que hay que modelar. Únicamente el amor lleva a él. La inteligencia sólo tiene valor al servicio del amor.
Author: Antoine de Saint-Exupéry