Sí, el qué. No hay qué que valga. Yo ya no tengo qués. Estoy seguro de que en el fondo lo único que hago es estar solo todo el día. Y no quiero hacer otra cosa porque si lo hago será que quiero algo. Y yo ya no tengo qués. Porque lo peor de la soledad es que suprime todo deseo, incluso el de la compañía. Lo aplasta todo; es una losa que no hay goce que la levante, ni por un instante te deja. Y no sólo te aplasta sino que abrevia. En la soledad, no hay tiempo para nada. Es demasiado fiel la soledad, demasiado posesiva y tan pérfida que tampoco te permite disfrutar de ella, una cosa que reserva a quienes la visitan de tanto en tanto pero no a quienes conviven a todas horas con ella. ¿Qué más quisiera yo que amar la soledad?

Author: Juan Benet

Sí, el qué. No hay qué que valga. Yo ya no tengo qués. Estoy seguro de que en el fondo lo único que hago es estar solo todo el día. Y no quiero hacer otra cosa porque si lo hago será que quiero algo. Y yo ya no tengo qués. Porque lo peor de la soledad es que suprime todo deseo, incluso el de la compañía. Lo aplasta todo; es una losa que no hay goce que la levante, ni por un instante te deja. Y no sólo te aplasta sino que abrevia. En la soledad, no hay tiempo para nada. Es demasiado fiel la soledad, demasiado posesiva y tan pérfida que tampoco te permite disfrutar de ella, una cosa que reserva a quienes la visitan de tanto en tanto pero no a quienes conviven a todas horas con ella. ¿Qué más quisiera yo que amar la soledad? - Juan Benet


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