De repente me pregunto por qué tengo que contar esto, pero si uno empezara a
preguntarse por qué hace todo lo que hace, si uno se preguntara solamente
por qué acepta una invitación a cenar (ahora pasa una paloma, y me parece
que un gorrión) o por qué cuando alguien nos ha contado un buen cuento, en
seguida empieza como una cosquilla en el estómago y no se está tranquilo
hasta entrar en la oficina de al lado y contar a su vez el cuento; recién
entonces uno está bien, está contento y puede volverse a su trabajo. Que yo
sepa nadie ha explicado esto, de manera que lo mejor es dejarse de pudores y
contar, porque al fin y al cabo nadie se averguenza de respirar o de ponerse
los zapatos; son cosas, que se hacen, y cuando pasa algo raro, cuando dentro
del zapato encontramos una araña o al respirar se siente como un vidrio
roto, entonces hay que contar lo que pasa, contarlo a los muchachos de la
oficina o al médico. Ay, doctor, cada vez que respiro... Siempre contarlo,
siempre quitarse esa cosquilla molesta del estómago.

Auteur: Julio Cortázar

De repente me pregunto por qué tengo que contar esto, pero si uno empezara a <br />preguntarse por qué hace todo lo que hace, si uno se preguntara solamente <br />por qué acepta una invitación a cenar (ahora pasa una paloma, y me parece <br />que un gorrión) o por qué cuando alguien nos ha contado un buen cuento, en <br />seguida empieza como una cosquilla en el estómago y no se está tranquilo <br />hasta entrar en la oficina de al lado y contar a su vez el cuento; recién <br />entonces uno está bien, está contento y puede volverse a su trabajo. Que yo <br />sepa nadie ha explicado esto, de manera que lo mejor es dejarse de pudores y <br />contar, porque al fin y al cabo nadie se averguenza de respirar o de ponerse <br />los zapatos; son cosas, que se hacen, y cuando pasa algo raro, cuando dentro <br />del zapato encontramos una araña o al respirar se siente como un vidrio <br />roto, entonces hay que contar lo que pasa, contarlo a los muchachos de la <br />oficina o al médico. Ay, doctor, cada vez que respiro... Siempre contarlo, <br />siempre quitarse esa cosquilla molesta del estómago. - Julio Cortázar


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