El hombre, único ser consciente -o al menos creerlo así- entre la multitud de compatriotas que se figuran libres porque malvendían -y era un progreso- su mísera fuerza de trabajo, feriaban por decreto un día a la semana, procreaban regularmente hijos absurdos, discutían con extraña pasión acerca de la rodilla de un futbolista o el muslo herido de un matador de toros, toros ellos mismos y ni siquiera eso, mansos felices que hablaban con arrogancia de lo permitido y se permitían condenar lo condenado, triste rebaño de bueyes sin cencerro, pasto de aprovechados y de cínicos, pueblo heroico en su día -...- reducido al cabo de veinticinco años -¿cómo, dios mío?- a una vana sombra del pasado, a un retintín muerto, cuerpo sobnoliento, quizá, que algún día despertaría.
Auteur: Juan Goytisolo