¿Recuerdas aquella noche, Emmi? No tendríamos que haberlo hecho. Estabas tan furiosa, tan amargada, tan triste y, no obstante, tan, tan, tan... Tu aliento en mi cara, en mis ojos, me penetró hasta la retina. ¿Podría ser más íntima la intimidad? Cuántas veces he soñado con ello..., siempre las mismas imágenes. Estar tan estrechamente abrazados, luego inmovilizarse para siempre... Y seguir sintiendo sólo tu aliento.
Auteur: Daniel Glattauer