—Y hay más. Tan pronto no van a cortar tu planta de naranja-lima. Cuando la corten estarás lejos y no sentirás nada.
Sollozando me abracé a sus rodillas.
—Ya no me interesa, papá. No me interesa…
Y mirando su rostro, que también se encontraba lleno de lágrimas, murmuré como un muerto:
—Ya la cortaron, papá, hace más de una semana que cortaron mi planta de naranja-lima.

Los años pasaron, mi querido Manuel Valadares. Hoy tengo cuarenta y ocho años y, a veces, en mi nostalgia, siento la impresión de que continúo siendo una criatura. Que en cualquier momento vas a aparecer trayéndome fotos de artistas de cine o más bolitas. Tú fuiste quien me enseñó la ternura de la vida, mi Portuga querido. Hoy soy yo el que tiene que distribuir las bolitas y las figuritas, porque la vida sin ternura no vale gran cosa. A veces soy feliz en mi ternura, a veces me engaño, lo que es más común.
En aquel tiempo… En el tiempo de nuestro tiempo no sabía que muchos años antes un Príncipe Idiota, arrodillado frente a un altar, preguntaba a los iconos, con los ojos llenos de lágrimas:

“¿POR QUÉ LES CUENTAN LAS COSAS A LAS CRIATURITAS?”

Y la verdad es, mi querido Portuga, que a mí me contaron las cosas demasiado pronto.
¡Adiós!

Auteur: José Mauro de Vasconcelos

—Y hay más. Tan pronto no van a cortar tu planta de naranja-lima. Cuando la corten estarás lejos y no sentirás nada.<br />	Sollozando me abracé a sus rodillas.<br />—Ya no me interesa, papá. No me interesa…<br />	Y mirando su rostro, que también se encontraba lleno de lágrimas, murmuré como un muerto:<br />—Ya la cortaron, papá, hace más de una semana que cortaron mi planta de naranja-lima.<br /><br />	Los años pasaron, mi querido Manuel Valadares. Hoy tengo cuarenta y ocho años y, a veces, en mi nostalgia, siento la impresión de que continúo siendo una criatura. Que en cualquier momento vas a aparecer trayéndome fotos de artistas de cine o más bolitas. Tú fuiste quien me enseñó la ternura de la vida, mi Portuga querido. Hoy soy yo el que tiene que distribuir las bolitas y las figuritas, porque la vida sin ternura no vale gran cosa. A veces soy feliz en mi ternura, a veces me engaño, lo que es más común.<br />En aquel tiempo… En el tiempo de nuestro tiempo no sabía que muchos años antes un Príncipe Idiota, arrodillado frente a un altar, preguntaba a los iconos, con los ojos llenos de lágrimas:<br /><br />“¿POR QUÉ LES CUENTAN LAS COSAS A LAS CRIATURITAS?”<br /><br />Y la verdad es, mi querido Portuga, que a mí me contaron las cosas demasiado pronto.<br />¡Adiós! - José Mauro de Vasconcelos


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