—Bueno, ¿dónde se supone que está el corazón? —preguntó dicha parienta.
¿Betty White? ¿Iba a por Betty White?
Mis manos se levantaron por instinto para protegerla. Era muy frágil. Muy
vulnerable. Y la señora Beecher quería clavarle un punzón para el hielo. De eso nada.
Autore: Darynda Jones