Cerró los ojos emocionada, anhelando su íntimo secreto, y al cabo de dos segundos los abrió y su aliento barrió la estela de luz adueñándose de la pasión de aquel momento indescriptible. Esa noche la pasamos hablando y riendo como nunca antes habíamos hecho. No siento timimidez alguna de afirmar que fue maravilloso.
Autore: Sergi Llauger