[...] después se enteró que John había muerto. Pero lo había hecho muy lejos, al otro lado del mar, y no existía un cuerpo que devolver torpe y tediosamente a la tierra, y por eso a ella le parecía que todavía se estaba riendo de aquella palabra, muerte, como se había reído de los otros conjuntos de sonidos que querían indicar reposo; le parecía que John no había esperado a que el Tiempo le enseñara que la meta de la prudencia es soñar lo bastante alto como para no perder el sueño mientras se está empeñado en su búsqueda.

Autore: William Faulkner

[...] después se enteró que John había muerto. Pero lo había hecho muy lejos, al otro lado del mar, y no existía un cuerpo que devolver torpe y tediosamente a la tierra, y por eso a ella le parecía que todavía se estaba riendo de aquella palabra, muerte, como se había reído de los otros conjuntos de sonidos que querían indicar reposo; le parecía que John no había esperado a que el Tiempo le enseñara que la meta de la prudencia es soñar lo bastante alto como para no perder el sueño mientras se está empeñado en su búsqueda. - William Faulkner




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