Pensó en incorporarse, pero la muchcha tenía un rostro tan dulce que temía despertarla. Tan cerca y tan lejos. Aunque lo intentaba con todas sus fuerzas, no lograba que los sentimientos hacia ella desaparecieran. Había reducido sus conversaciones al mínimo y cada vez caminaban más distanciado, pero ni así podía quitársela de la cabeza. Sintió un impulso: quería besarla.
El errante inclinó ligeramente su cuello con la esperanza de que Lan no se moviera si un milímetro y acercó sus labios a los de la muchacha para sentir su aliento.
Era cálido.
De inmediato, se percató de queela estaba poniendo en peligro y se retiró. Tenía que ser fuerte, sabía que un simple beso no la mataría, pero podía herirla gravemente.
En aque instante envidió a Nao. Deseó haber nacido Salviano, para no tener que cargar con esa horrible maldición que lo apartaba de alguien cada vez más importante para él. Se angustió al pensar que aún tenían numerosos peligros que sortear y que, sin importar lo que ocurriera, seguiría sin poder protegerla entre sus brazos.
Autore: Javi Araguz