Se le ocurrió que todos cedían, transaban, consentían y participaban de un silencio encubridor. Un silencio en el que nadie delataba abusos ni atropellos, para que un mundo de mierda continuara girando sobre su propio eje. Pensó que quizás el universo entero era un convento donde pocos atropellaban con impunidad a muchos y donde los gritos quedaban atrapados entre paredes levantadas a la fuerza de terror, de sangre, de muerte".

Autore: Luis Saldaña