Tras el deslave, cambió el curso del Inírida. El mundo se detuvo, comenzó a girar en sentido contrario. La solidaridad de los hombres suele ser tan efímera como la intensidad de un sismo. Pasado el trauma, sepultados los cuerpos en el mar, construidas las trochas de cemento, militarizada Tanaguarena y abierto el acceso al aeropuerto, La Guaira pasó a ser patrimonio del olvido. Los muñecos de lodo solo permanecieron en el recuerdo de sus familiares cercanos.

Autore: Eduardo Sánchez Rugeles

Tras el deslave, cambió el curso del Inírida. El mundo se detuvo, comenzó a girar en sentido contrario. La solidaridad de los hombres suele ser tan efímera como la intensidad de un sismo. Pasado el trauma, sepultados los cuerpos en el mar, construidas las trochas de cemento, militarizada Tanaguarena y abierto el acceso al aeropuerto, La Guaira pasó a ser patrimonio del olvido. Los muñecos de lodo solo permanecieron en el recuerdo de sus familiares cercanos. - Eduardo Sánchez Rugeles


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