Exactamente lo mismo me pasó, años después con el baile. Mis hermanas eras todas grandes bailarinas, y yo tenía buen oído, como ellas, al menos para cantar, pero cuando ellas me invitaba a bailar, yo ponía el acento del baile donde no era, con una arritmia total, o con el mismo ritmo de las risas de ellas cuando me veían mover los pies.
Héctor Abad FaciolincePagina 1 di 1.
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