El soberbio hace su gran concesión y dice “Yo soy yo y mis circunstancias”, pero Edmundo vigilaba sus circunstancias, yo soy mi padre, mi rencor, mi universidad, mi máster imaginario, mis mentiras; soy mi madre, la venganza, la frente pronunciada, el mentón abrupto: soy Raimundo, Julio, Gregorio, mi contrato, mi jefe de personal; soy bailar y no creer y Cristina y soy criado por otros, siempre criado por otros. En cuanto a ser yo, qué predicado aceptaría puede el preso decir: yo soy quien se levanta a las siete y media de la mañana o ése es el reglamento de la prisión; en cuanto a ser, el yo exigía libertad, mas no la inútil libertad de escoger entre un jersey azul y un jersey amarillo sino la libertad de que sus circunstancias no le impusieran el participio de criado, el predicado de señor.
Belén Gopegui-¿Por qué tienes que llamar a la política un problema de carácter?
-Siempre estabas en otro sitio - dijo Eduardo-. Yo llegué a pensar que era por mi culpa. Había algo de ti que siempre estaba un poco triste ¿y ahora me dices que es porque teníamos ideas políticas diferentes?
Soñamos siempre soledad y la soñamos siempre contra alguien, para demostrar
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