- E allora? Tutti gli scrittori sono svitati!
Cornelia Funke- Nulla è eterno, Balbulus. E che cosa c'è di meglio, per le parole, che essere cantate in giro? Sì, certo, ogni volta mutano, hanno una melodia diversa. Ma non è questo il bello?
Cornelia FunkeTags: scrittura parole lettura
Una storia cambia continuamente vestito. Una storia cresce e germoglia come un qualcosa di vivo! Quelle che vengono chiuse nei libri, invece? Sì, magari vivono più a lungo, ma prendono vita solo quando i libri vengono aperti. Sono suoni pressati tra i fogli, e solo una voce può dar loro fiato!
Cornelia FunkeTags: scrittura parole riflessioni
Worte taugen nichts. Ja, manchmal klangen sie wunderbar, aber sie liessen einen im Stich, sobald man sie wirklich brauchte. Nie fand man die richtigen, niemals, aber wo sollte man auch nach ihnen suchen? Das Herz ist stumm wie ein Fish, auch wenn die Zunge sich noch so viel Muehe gibt, ihm eine Stimme zu geben.
Cornelia FunkeSome books should be tasted,some devoured but only few should be chewed and digested thouroughly
Cornelia Funke...if you can change the fate of a character you read out of a book by adding new words to his story, then maybe you can change everything about it: who goes out, who comes in, how it ends, who's happy, and who's unhappy afterwards.
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She felt as if the grave stones were whispering those names to her as she walked past... Those stones that bore no names seemed like closed mouths, sad mouths that forgotten how to speak. But perhaps the dead didn't mind what their names had once been?
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Words,words filled the night like the fragrance of invisible flowers.
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Stories never really end...even if the books like to pretend they do. Stories always go on. They don't end on the last page, any more than they begin on the first page.
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-Si te llevas un libro a un viaje –le había dicho Mo cuando introdujo el primero en la caja- sucede algo muy extraño: el libro empezará a atesorar tus recuerdos. Más tarde, bastará con abrirlo para trasladarte al lugar donde lo leíste por vez primera. Y con las primeras palabras recordarás todo: las imágenes, los olores, el helado que te comiste mientras leías… Créeme, los libros son como esas tiras de papel matamoscas. A nada se pegan tan bien los recuerdos como a las páginas impresas.
Seguramente tenía razón. Pero Meggie se llevaba en cada viaje sus libros también por otro motivo. Eran su hogar cuando estaba fuera de casa: voces familiares, amigos que nunca se peleaban con ella, amigos inteligentes, poderosos, audaces, experimentados, grandes viajeros curtidos en mil aventuras. Sus libros la alegraban cuando estaba triste y disipaban su aburrimiento mientras su padre cortaba el cuero y las telas y encuadernaba de nuevo viejas páginas que se habían tornado quebradizas por los incontables años y dedos que habían pasado por sus hojas.
Algunos libros la acompañaban siempre; otros se quedaban en casa porque no se adecuaban a la finalidad del viaje o porque tenían que dejar sitio para una nueva historia aún desconocida.
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