Tenía una risa ruidosa y grave. Bastante sexy. Ay, Dios. Tuve que apartar la vista. Seguro que era de ese tipo de chico que iba rompiendo corazones por ahí. Tenía mucho peligro. Y no de ese peligro que es divertido, porque además era un imbécil. Y a mí los imbéciles no me van. No quiero tener nada con ellos. En realidad, no es que yo tenga nada con nadie, pero…
Jennifer L. ArmentroutNecesitaba recuperar la compostura. O conseguir una cámara e inmortalizar ese momento: seguro que me pagarían un buen dinero por un vídeo de él. Seguro que me haría rica… Siempre que Daemon no abriera la boca, claro.
Jennifer L. ArmentroutAquel chico no iba a traerme nada bueno… pero no podía respirar. Nuestros labios estaban tan cerca que quería aproximarme para que se encontrasen a medio camino. Quería saber si eran tan suaves como parecían…
—¡Hola, chicos! —exclamó Dee.
Daemon se echó hacia atrás rápidamente, dejando un buen trecho entre nosotros, para que pasara el aire.
Pasara lo que pasara, siempre me quedaban los libros. Eran mi válvula de escape, a la que recurría sin dudarlo
Jennifer L. ArmentroutKat, no voy a hacerte daño —me hablaba con suavidad, pero había un matiz de rabia en su voz mientras intentaba que me tranquilizara sin hacerme daño—. Nunca podría hacerte nada malo.
Jennifer L. Armentrout¡ Esto sí que es química y no lo que estudiamos a tercera hora!
Jennifer L. Armentrout— Estaba por aquí y punto.
—Y yo que pensaba que erais atentos y encantadores.
Frunció el ceño.
—¿De quienes hablas?
—De los caballeros de brillante armadura, esos que salvan a las damiselas en apuros. —Me calle. Creo que me había dado un golpe en la cabeza.
—Yo no soy tu caballero andante.
—Lo sé —susurré.
— Ya estás acosándome otra vez, ¿no? ¿Tengo que llamar a la poli para que te ponga una orden de alejamiento?
—Ni en sueños, gatita. —Sonrió—. Ah, espera, que ya salgo en ellos, ¿verdad?
Puse los ojos en blanco.
—Más bien apareces en mis pesadillas, Daemon.
Dee, creo que si me mira es porque está tramando un plan para asesinarme y esconder mi cuerpo.
—No es verdad. No te mira así.
Tiró el libro fuera de la cama y se puso de rodillas, colocándose las manos sobre el pecho.
—Te mira como diciendo «te odio pero te quiero…»
Something in what Deacon said caused Aiden to string together an atrocity of f-bombs. My brows flew up. Aiden rarely cussed or lost his cool, but boy, he was a grenade whose pin had just been pulled.
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