¡Qué caras! ¡Qué tipos! Era la burguesía anodina y zafia de todo el Globo pronta a volcarse en las entrañas del paquebote para recrearse en un viaje de circunvolución mediterránea que iba a durar un mes y del que volverían tan anodinos y tan zafios como se habían marchado, pero llenos de la soberbia y de la presunción que dan ciertos nombres de leyenda a quien los pronuncia sin estar habituado a ellos.

Enrique Jardiel Poncela


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Palabras superficiales: el amor y el marron glacé son una misma cosa: esplendor por fuera; y por dentro, una castaña helada.

Enrique Jardiel Poncela


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La belleza de Palmera era belleza pensativa: Como la de los lirios. Lo cual no quiere decir que ella acostumbrase a pensar, pues tampoco los lirios acostumbran pensar y, sin embargo, su belleza es pensativa.

Enrique Jardiel Poncela


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La vida está llena de sorpresas y de protozoos del paludismo.

Enrique Jardiel Poncela


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Un hombre que se enamora es siempre un imbécil elevado al cubo. Cuando se tratra de un individuo genial, ese individuo escribe La Divina Comedia (caso Dante Alighieri) y le amarga la vida para siempre a la humanidad. Y, por el contrario, cuando se trata de un hombre vulgar, ese hombre hace oposiciones a Hacienda, se casa en la Parroquia (caso Juan Sánchez) y se amarga la vida para siempre a sí mismo.

Enrique Jardiel Poncela


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