-No te reprendo, hijo mío. No te duermes por pereza, sino por cansancio.
Edmondo de Amicis!Que día más delicioso pasamos!
Edmondo de Amicis!Cómo se olvidan en esos momentos los sinsabores pasados!
Edmondo de Amicis! Adiós! !Adiós para siempre, mi buena amiga, dulce y triste recuerdo de mi infancia!
Edmondo de AmicisValor,pues pequeño soldado de semejante y colosal ejército. Tus armas son los libros, tu compañía, la clase; toda la tierra, campo de batalla; tu victoria, nuestra victoria, significará el establecimiento de una paz verdadera, la comprensión entre todos los hombres, la civilización humana. !No seas, hijo mío, un soldado cobarde!
Edmondo de AmicisSon innumerables, Enrique, esos muertos; todo cementerio encierra centenares de santas criaturas, que, si pudieran levantarse por un momento de la sepultura, nos dirían el nombre de algún niño al que sacrificaron los placeres de la juventud,el sosiego de la vejez, los sentimientos, la inteligencia, la vida;esposas de veinte años, hombres en la flor de la edad, ancianas octogenarias, jovencitos -heroicos y oscuros mártires de la infancia-, tan grandes y gallardos, que no produce la tierra tantas flores como debiéramos poner en sus sepulcros.!Cuánto se quiere a los niños! Piensa hoy con gratitud en esos muertos y serás mejor y más afable con los que te quieren y trabajan por ti, afortunado hijo mío, tú que en el día de los fieles difuntos no tienes aún que llorar a ninguno.
Edmondo de Amicis-Enrique, en un caso análogo, ¿Habrías tenido el valor de cumplir con tu deber e ir a confesar tu culpa?
Yo le respondí que sí.
Él me replicó:
-Dame tu palabra de honor de que así lo harías.
!Pobre muchacho! Ha regalado la mitad de su propia vida a cambio del perdón.
Edmondo de AmicisQuiere a tu maestro, porque pertenece a la gran familia de cincuenta mil docentes primarios, esparcidos por toda la geografía de Italia, y que son como los padres intelectuales de los millones de chicos que crecen contigo, unos trabajadores no conceptuados merecidamente y mal pagados, que preparan para nuestra patria una generación mejor, más próspera y desarrollada que la presente.
No me satisfará el cariño que me tienes si no lo profesas también a todos los que te hacen algún bien y entre ellos ha de ocupar el primer lugar tu maestro, después de tus padres. Quiérele como querrías a un hermano mío; quiérele cuando te complace y cuando te regaña, cuando a tu parecer, obra con injusticia y cuando creas que es injusto; quiérele cuando se muestre afable y de buen humor, pero más todavía cuando lo veas triste. Quiérele siempre. Pronuncia en todo momento con respeto el nombre de maestro que, después del de padre,es el más noble y dulce que un hombre puede dar a otro.
Tras veintinueve años de reinado que él había ilustrado y dignificado con su valor,con su lealtad,con su sangre fría en los peligros, con la prudencia en los triunfos y la constancia en la adversidad.
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