He chose The Metamorphosis over The Trial, he chose Bartleby over Moby-Dick, he chose A Simple Heart over Bouvard and Pecuchet, and A Christmas Carol over A Tale of Two Cities or The Pickwick Papers. What a sad paradox, thought Amalfitano. Now even bookish pharmacists are afraid to take on the great, imperfect, torrential works, books that blaze paths into the unknown. They choose the perfect exercises of the great masters. Or what amounts to the same thing: they want to watch the great masters spar, but they have no interest in real combat, when the great masters struggle against that something, that something that terrifies us all, that something that cows us and spurs us on, amid blood and mortal wounds and stench.
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He had a little single-story house, three bedrooms, a full bathroom and a half bathroom, a combined kitchen-living room-dining room with windows that faced west, a small brick porch where there was a wooden bench worn by the wind that came down from the mountains and the sea, the wind from the north, the wind through the gaps, the wind that smelled like smoke and came from the south. He had books he'd kept for more than twenty-five years. Not many. All of them old. He had books he'd bought in the last ten years, books he didn't mind lending, books that could've been lost or stolen for all he cared. He had books that he sometimes received neatly packaged and with unfamiliar return addresses, books he didn't even open anymore. He had a yard perfect for growing grass and planting flowers, but he didn't know what flowers would do best there--flowers, as opposed to cacti or succulents. There would be time (so he thought) for gardening. He had a wooden gate that needed a coat of paint. He had a monthly salary.
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Los libros son finitos, los encuentros sexuales son finitos, pero el deseo de leer y de follar es infinito, sobrepasa nuestra propia muerte, nuestros miedos, nuestras esperanzas de paz.
Roberto BolañoDentro del inmenso océano de la poesía distinguía varias corrientes: maricones, maricas, mariquitas, locas, bujarrones, mariposas, ninfos y filenos. Las dos corrientes mayores, sin embargo, eran la de los maricones y la de los maricas. Walt Whitman, por ejemplo, era un poeta maricón. Pablo Neruda, un poeta marica. William Blake era maricón, sin asomo de duda, y Octavio Paz marica. Borges era fileno, es decir de improviso podía ser maricón y de improviso simplemente asexual. Rubén Darío era una loca, de hecho la reina y el paradigma de las locas.
—En nuestra lengua, claro está —aclaró—; en el mundo ancho y ajeno el paradigma sigue siendo Verlaine el Generoso.
Una loca, según San Epifanio, estaba más cerca del manicomio florido y de las alucinaciones en carne viva mientras que los maricones y los maricas vagaban sincopadamente de la Ética a la Estética y viceversa.
EL FANTASMA DE EDNA LIEBERMAN
Te visitan en la hora más oscura
todos tus amores perdidos.
El camino de tierra que conducía al manicomio
se despliega otra vez como los ojos
de Edna Lieberman,
como sólo podían sus ojos
elevarse por encima de las ciudades
y brillar.
Y brillan nuevamente para ti
los ojos de Edna
detrás del aro de fuego
que antes era el camino de tierra,
la senda que recorriste de noche,
ida y vuelta,
una y otra vez,
buscándola o acaso
buscando tu sombra.
Y despiertas silenciosamente
y los ojos de Edna
están allí.
Entre la luna y el aro de fuego,
leyendo a sus poetas mexicanos
favoritos.
¿ y a Gilberto Owen,
lo has leído?,
dicen tus labios sin sonido,
dice tu respiración
y tu sangre que circula
como la luz de un faro.
Pero son sus ojos el faro
que atraviesa tu silencio.
Sus ojos que son como el libro
de geografía ideal:
los mapas de la pesadilla pura.
Y tu sangre ilumina
los estantes con libros, las sillas
con libros, el suelo
lleno de libros apilados.
Pero los ojos de Edna
sólo te buscan a ti.
Sus ojos son el libro
más buscado.
Demasiado tarde
lo has entendido, pero
no importa.
En el sueño vuelves
a estrechar sus manos,
y ya no pides nada.
Tags: poesia
Qué lástima que pase el tiempo ¿verdad?, qué lástima que nos muramos y que nos hagamos viejos y que las cosas buenas se vayan alejando de nosotros al galope.
Roberto Bolaño...y un viento fuerte, que venía del oeste, se fue a estrellar contra la falda de las montañas del este, levantando polvo y hojas de periódico y cartones tirados en la calle a su paso por Santa Teresa y moviendo la ropa que Rosa había colgado en el jardín trasero, como si el viento, ese viento joven y enérgico y de tan corta vida, se probara las camisas y pantalones de Amalfitano y se metiera dentro de las bragas de su hija y leyera algunas páginas del Testamento geométrico a ver si por allí había algo que le fuera a ser de utilidad, algo que le explicara el paisaje tan curioso de calles y casas a través de las cuales estaba galopando o que lo explicara a él mismo como viento.
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Maybe "warehouses" equals "mothers", a wide margin of error is permissible when you're dealing with super-impositions.
Roberto BolañoHer eyes like the ideal
geography book:
maps of pure nightmare.
"The Ghost of Edna Lieberman
Jesus is the masterpiece. The thieves are minor works. Why are they there? Not to frame the crucifixion, as some innocent souls believe, but to hide it.
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